Chota Trail: una mirada de espectador
El domingo 12 de febrero se llevó a cabo el Chota Trail, una de las carreras más importantes de trail running en el calendario. Los ánimos estaban altos al contar con grandes deportistas en todas las categorías de esta carrera: 15km, 30km, 50km y 110km!
En esta ocasión, vivimos esta carrera desde la mirada de espectador, primero visitando parte de su ruta de modo turístico, y luego brindando apoyo como abasto a los deportistas de la comunidad Ecuadoruns.
La carrera parte desde la laguna de Yahuarcocha, cuyo significado en quichua es lago de sangre, nombre otorgado tras una sangrienta batalla librada por la resistencia indígena frente al imperio inca.
Dependiendo la distancia, la carrera llega hasta el Chota, pasando por el espectacular y brutal Valle de la Muerte. Este valle, cuyo nombre está bien puesto, te regala una belleza única, un escenario desértico que te envuelve y a su vez te muestra lo salvaje que es.
Todo tiene un precio, y el sumergirse en este valle conlleva un gran esfuerzo físico para ingresar y sobre todo salir. El valle de la muerte o también conocido como Coangue, recibe dicho nombre en la época de esclavitud debido a su clima seco y las enfermedades que azotaban a esta zona como el paludismo, la insalubridad y fiebres malignas.
Sin duda, la ruta es bastante demandante, con caminos estrechos, técnicos y pronunciados. Una vez en el interior del valle, la travesía se realiza por estrecho cañón que te envuelve y trasporta hasta el Chota. Llegar sin preparación a esta aventura sin duda quebrará tu parte física y demandará mucho de tu parte mental.
Luego de poder apreciar la belleza y brutalidad de parte de esta ruta, nos preparamos para ser abasto de la comunidad de corredores de Ecuadoruns. Esto involucró estar desde las 2am de la mañana listos en ruta, situados en un pequeño poblado llamado Aloburo, punto clave por donde pasaban los corredores en varias ocasiones.
Los corredores de la distancia de 50km (en realidad fueron como 56km) partían a 1am del domingo y pasaban por Aloburo desde las 2:30am; y de manera progresiva partían y llegaban el resto de los corredores de las otras categorías.
Recibir a los corredores fue un abanico de emociones, tomando en cuenta que los corredores pasaban por Aloburo varias veces de acuerdo a como estaba diseñada la ruta. Pudimos ver transformaciones a lo largo de la carrera. Sobre todo, nos sorprendió la parte mental de este tipo de actividades, viendo corredores que en un inicio (primer paso por Aloburo) llegaron llenos de energía e ímpetu. Luego (segundo paso por Aloburo) llegaron quebrados cuando regresaban después de varias horas de carrera y tras haber cruzado el valle de la muerte. En dicho momento, vimos el dolor y sufrimiento que conllevan estas pruebas, pero a pesar de ello, en todos los casos, nadie abandonó y continuaron la ruta, a pesar que aún tenían baste por delante.
Finalmente, faltando pocos kilómetros para acabar la ruta, los corredores pasaban por última ocasión por Aloburo, y a pesar de que llevaban más horas en carrera y por ende de cansancio, vimos un temple distinto, de superación que los llevo a cruzar la línea de meta. Como dicen, nadie se retira faltando poco para la meta, a pesar de que estás más cansado.
El dolor es temporal, abandonar y retirarse dura para siempre; siempre hay que luchar hasta el final.